La sobreexposición a las pantallas es una cosa seria, y el efecto que tiene en nuestros jóvenes lo es aún más.
Como muestra las penosas imágenes de la agresión en Meco a una joven de 16 años, el motivo: los celos por los followers en instagram.
Instagram se ha convertido en el escaparate donde los jóvenes (y no tan jóvenes) se exponen y muestran su "otro yo" (aunque sea mentira), y se ha convertido también en patrón de referencia que marca tu escalafón en la sociedad:
....dime cuantos likes/followers tienes y te diré quien eres....
Es esta espiral de pasiones básicas (deseo, recompensa, reconocimiento, pertinencia al grupo, reafirmación) donde las redes sociales despliegan sus técnicas para atraer usuarios y captar su atención... hasta el límite de llegar a las manos por ello.
Es la nueva economía de la atención, cuanto más usuarios y más tiempo dedican éstos en la APP, más monetizas.... por lo que no es de esperar que el límite lo ponga el desarrollador de la APP (no tiene ningún incentivo para ello).
El límite a esta espiral lo debemos poner nosotros los usuarios y en el caso de menores, es responsabilidad de los padres.
Los usuarios que quedan enganchados en esta espiral creen falsamente que "mantienen el control" que es sólo una APP y no una droga... en la falsa ilusión de que el juego entre APP y usuario es un juego en "igualdad de condiciones".
Los asistentes a mis seminarios de prevención de ciberadicciones aprenden los trucos que utilizan las APPs para hacerse adictivas y es entonces cuando entienden que la lucha es tremendamente desigual, y que el usuario siempre está en inferioridad de condiciones.
El de la agresión es penoso y entristece el alma, pero necesario dar difusión si con ello entendemos que las ciberadicciones o tecnoadicciones requieren nuestra atención antes de que sea demasiado tarde.
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